El mundo de la Aupair (VII): Casa en ruinas

Vale, una casa en ruinas no es algo que pertenezca exclusivamente al mundo de una au pair, y tampoco algo que sólo ocurra en Londres. Pero seguramente que en esta ciudad, donde aún muchas viviendas del centro siguen en pie desde el año XIX y las de la periferia se construyeron tras la Primera Guerra Mundial, es más que probable que, vayas a donde vayas a vivir, te encontrarás con casas ruinosas: las tuberías más viejas que la reina de Inglaterra (que eso ya es decir), animales ratunos correteando por ahí, paredes de plástico porque hicieron más habitaciones de la cuenta... etc, etc.


El caso es, yo estoy agradecida de vivir en una súper casa de dos plantas, cinco habitaciones, tres cuartos de baño, dos salones y comedor, oficina y hasta trastero en el ático. Pero aun así, a esta casa le hecho por lo menos más de cincuenta años, porque está, literalmente, que se cae a pedazos. O como dice la familia, "the house is falling apart"


Sé que es normal que en las casas siempre haya que arreglar cosas, pero supongo que el que mi padre fue albañil y lo arreglara todo (y a falta de él, mi madre con la pistola de termocola), hace que me pregunte:

¡¿Pero cómo puede ser que se caigan los azulejos del baño y se queden ahí en medio durante casi un año?!

¡¿Pero por qué  el radiador de la cocina ha empezado a echar agua?! Y claro, hay que apagar la calefacción central mientras se arregla, con lo que podemos estar pasando frío toda la semana...

¡¿Pero cómo puede ser que every single tirador de every single puerta se te quede en la mano al abrir la dichosa puerta?! Una vez al mes veo al padre con el destornillador arreglándolo, y al día siguiente vuelven a caer... Sin ir más lejos, hace una hora mismo que me he quedado encerrada en la habitación del niño y con el manillar en la mano.

¡Y dale con dejar que la comida se vaya por el fregadero!¡Esperate sentado a que se atasque y ya me diréis lo que haremos, viendo que aquí tarda todo una eternidad en arreglarse! 

En fin, parecen cosas muy tontas, pero ésas son solo las que tengo más recientes. Recuerdo de un día en el que por la mañana, el frigorífico dejó de funcionar. Por la tarde, se fue la electricidad de toda la casa (curiosamente, sólo la lavadora funcionaba), y por la noche, cuando ya el vecino había solucionado el cuadro eléctrico, que el microondas se puso a hacer ruidos raros.

Fue un día que quise llorar, porque lo del frigorífico no sé como, pero creo que fue cosa mía, el hecho de que se fuera internet me jodió un trabajo que tenía que hacer, en fin...

El hecho es que volvemos a tener obras en casa. Ya el año pasado en verano, tuve que estar pendiente durante dos semanas de obreros entrando y saliendo para quitar todas las ventanas de la casa y poner unas nuevas también de doble acristalamiento. Para mí, las ventanas antiguas estaban bien, solo un poco empañadas porque el agua se había infiltrado en medio. Si me preguntan, dentro de un par de años tendrán que cambiar otra vez porque si es por lluvias...

Este año ha tocado los cuartos de baños. Que ya era hora. Entre los azulejos (que pasaron de dos a seis desprendidos y otros seis a la mitad), el váter con la cisterna que la mitad no iba, y las duchas que me resultaba imposible graduar la temperatura, ya tenía yo bastante.

El caso es que nos espera un mes entero de cosas por el suelo, y del ruido de la sierra, y del polvo que se expande por toda la casa. Así llevamos una semana:

El primer día, quitando las losas del cuarto de baño, uno de los albañiles no sé donde metería su pie que hizo un agujero y se quedó colgando. Lo que no sé es de donde salió el otro agujero, ¿con la mano al apoyarse para subir?

Y la humedad es otra; desde las lluvias de invierno, todo el techo de la cocina y de la lavandería presentan estas humedades. Con el plan que hay, sobrevivirán a la casa.

Durante cinco días, sin ir más lejos, estuvimos sin agua caliente debido a un fallo que hubo. Cinco días duchándome con agua fría y acompañando a los niños al gimnasio a por una ducha decente. ¡No me extraña que estemos todos medio resfriados!

Y más, un mes entero con toda la familia compartiendo un baño. Yo estoy acostumbrada porque me crié con un solo baño para cinco personas, pero aquí, todos los días hay que decirle a la niña que se vista en su habitación y no en el baño, que hay cola, y bajando la tapa del váter (ya se me había olvidado esa parte de vivir con hombres). Ains...



Al menos, eso sí, soy afortunada de no tener que compartir casa (o baños), con cucharachas, ratones, o gente muy muy guarra.



Actualización 5 de Mayo:

Casi ha pasado dos meses, y los obreros siguen dando por culo. Supuestamente cambiar dos minúsculos baños estaba chupado y en menos de un mes iban a estar terminados. Sí, ya creo tanto a estos rumanos como al hombre del tiempo inglés.

No es sólo eso, es que han causado problemas allá donde tocaban. Literalmente, han destrozado la casa: el plástico de protección que pusieron al parqué  se ha llevado todo el barniz; en el cuarto de la niña hicieron un agujero del tamaño de un azulejo porque se les había olvidado que en ese punto no iba azulejo; de tanto martillear en la zona de la ducha, la pared del pasillo tenía unos cuantos agujeros y grietas. También se han cargado la moqueta con el líquido que roció el váter todo el camino hasta la puerta.

Además, no es solo que haya polvo por todas partes (a pesar de su intento de pasar aspiradora), sino que también hay pintura por todas partes, porque con tantos agujeros que hubo que enyesar, y tantas manchas y tantas humedades, pues la familia ha decidido que también es tiempo de pintar.

Conclusión, hoy es Bank Holiday y acabo de bajar a la cocina a por mi desayuno en pijama. Pues todo lleno de plásticos y el hombre maniobrando las luces del techo. Todavía no sé como he conseguido calentar los cereales, porque uno de los obreros es un poco creepy y me mira todo el rato...

Pero es que además, nos queda para rato, porque van a cambiar la moqueta, en vista de que está echa mierda.

¿Acabará esto alguna vez?