viernes, 14 de noviembre de 2014

Edimburgo: el viaje (II)


 Edimburgo, esa ciudad misteriosa llena de gaiteros y escoceses en kilt, con su Castillo en lo alto de la colina que saluda cada día al bum! del cañón.
 
Segunda parte de mi estupendo viaje a Edimburgo el pasado Abril.


 

Sábado - Día 2

El sábado nos despertamos con otro día soleado en Escocia. Como siempre me pasa cuando estoy en un viaje excitante o en una habitación en la que otras personas no dejan de hacer ruido..., fui la primera en despertarme.
 
Bajamos en pijama a por el desayuno en el salón del hostel, donde nos sentamos al más puro estilo árabe en el pequeño salón de arriba.
 
 
 
A las once por fin nos pusimos en marcha hacia al castillo (tan cerca que a las 11:05 ya estábamos haciendo cola). La entrada eran unas 16 libras (más barato que cualquier castillo o lugar turístico en Londres), pero ir a Edimburgo y no visitar el castillo por dentro creo que es un poco como cometer pecado capital. 
 
Por mi parte la visita al castillo la recomiendo totalmente si se tienen suficientes días en la ciudad y no se pretende hacer viajes a otros lugares (hay un castillo también en St Andrews, no muy lejos de Edimburgo, que me dijeron que era más bonito, pero había que añadir el coste del billete y tal).
 
La cola no duró mucho y al llegar a la taquilla y pedí tres tickets, que costaron algo así como fort-ei o lo que fuera que el chaval me dijo porque no lo entendí para nada con su acento escocés. Al final me señaló la pantallita de la máquina registradora...
 
El interior es algo así:
 
 
Nada más entrar nos unimos a uno de los pequeños tours que cada quince minutos te explican el castillo y su historia. De nuevo el acento de la mujer era algo difícil de descifrar pero pude enterarme de algo:
 
 
 
The one o´clock gun: el cañón de las una. El Castillo de Edimburgo fue ante todo una fortaleza así que tiene cañones a lo largo de todo el perímetro.
 
Este cañón en concreto dispara todos los días salvo domingo a las una. Esta tradición comenzó en 1861 para avisar a los barcos que se acercaban a la ciudad.
 
 
 
Ese edificio cuadrado medio en ruinas es la capilla de St Margaret, el edificio más antiguo de Edimburgo y el único que sobrevive del castillo original, pues Robert Bruce, el caudillo que se coronó Rey de Escocia allá por 1300, destruyó todos los demás edificios en afán de conquista.
 
Por lo que recuerdo de la guía (esquina izquierda en la foto), el rey David lo construyó en el s. XII en honor de su madre, la Reina Margaret, que había sido una mujer devota al pueblo y a su marido, muriendo solo días después de la muerte de éste en batalla.
 
 
 
El edificio con la torre del reloj es el Royal Palace o el Palacio Real, en la plaza principal del castillo, Crown Square. El palacio real albergaba las estancias de los monarcas, y es donde nació por ejemplo el primer rey del Reino Unido, James VI de Escocia (proclamado rey con sólo un año de edad), y I de Inglaterra, al morir Isabel I, la Reina Virgen, sin descendencia.
 
Justo al lado del palacio se guardan de Honours of Scotland, honores de Escocia, las joyas reales que utilizaron varios monarcas, así como la corona, la espada, y la Piedra de la Coronación.
 
Imagen extraída de la página web, no permitían fotos en la habitación.
Dice la leyenda que los monarcas escoceses tenían que sentarse en la Scone of Destiny o Piedra del Destino, como también se le llama, durante su ceremonia de coronación para ser reyes legítimos.
 
En 1296 el rey de Inglaterra la robó y la puso en su trono de coronación en la abadía de Westminster y no fue devuelta a Escocia hasta 1996. La actual reina Elizabeth II la pidió prestada para su coronación y los escoceses hasta pusieron plazo de devolución, no fuera que tuvieran que esperar otros 500 años más...
 
Por lo visto es tan importante que durante la Segunda Guerra Mundial dentro de una letrina medieval para prevenir su robo. Yo que quieren que les diga, ahí no me volvería a sentar la verdad.
 
 
 
 Al lado de la torre del reloj se encuentra el Great Hall o Gran Vestíbulo, un edificio alargado que se usó como sala de recepciones o banqueting house. Fue construido por James IV, que parece ser que fue un gran cotilla: usaba un pequeño agujero en la chimenea, llamado "Laird lugs", las "orejas del lord" para espiar a sus súbditos.
 
Se dice que el servicio secreto ruso exigió que se bloqueara antes de la visita del ministro soviético Gorbachev.
 
En frente del Great Hall se encuentra también la entrada al Monumento a los Caídos, un edificio que conmemora las casi 150.000 bajas escocesas en la Primera Guerra Mundial y más de 50.000 de la Segunda, con libros y libros con nombres y más nombres de todos los soldados.
 
Como cualquier otra fortaleza, el Castillo de Edimburgo sirvió de base militar durante las guerras mundiales  por lo que hay varios museos por ejemplo al Regimiento de los Dragones o al Regimiento Real de Escoceses, además de otros tantos edificios que sirvieron de prisión. Todos un poco aburridos (y que pasamos rápido porque sin querer queriendo llevábamos ya tres horas en el castillo), salvo ela Exhibición a los Prisioneros de Guerra.
 
 
Los sótanos del castillo se utilizaron como cárcel durante cincuenta y siete años. En 1781 se hacinaban unos mil prisioneros de guerra, la mayoría capturados en alta mar durante la Guerra de la Independencia americana.
 
En 1811, alrededor de 49 prisioneros de guerra se abrieron paso a través de los muros de piedra y descendieron del castillo con cuerdas; el agujero por el que escaparon todavía se puede ver, aunque yo no lo encontré.
 
 
 
Nuestra visita al castillo terminó a las tres de la tarde. Para entonces regresamos al hostel tan hambrientas como los pobres prisioneros estuvieron en su día. Nos hicimos en la cocina una rica ensalada de atún y pasta, y luego un cafelito a descansar un rato en el salón medieval. No sé si empezar a temer que tuviera éste también algún agujerillo para espiar....
 
 
 
Tras el merecido descanso, mi prima y yo decidimos dar una vuelta aprovechando que seguía haciendo un buen día, y acabamos dando la vuelta al Castillo por el lado contrario al de otros días, encontrándonos con unos jardines preciosos junto a otro cementerio y claro, no podíamos resistirnos a hacernos un reportaje fotográfico para cada una.
 
 
 
Apenas unos metros más adelante aparecían unos jardines más impresionantes todavía con un nombre un poco demasiado largo, West Princes Street Gardens, los Jardines Oeste de la Calle de los Príncipes (mucho más grandes que los jardines del Este, que se encontraban al lado del monumento a Scott), y en los que aparece la Fuente Ross, en la imagen del principio del artículo, en la que aparecen varias figuras de sirenas y cuatro mujeres que identifican la artes, ciencia, poesía e industria.
 
¿Quién diría que estos jardines se crearon a partir del drenaje de un antiguo lago contaminado? Las fotos hablan por sí solas:
 
 
 
Eso sí, parece que cierran pronto, a eso de las seis de la tarde. Nosotras estábamos tan tranquilas comiéndonos unos donuts de chocolate de Greggs (adquiridos en Rose Street, paralela a Princes Street, que estaba muy animada con toda la gente afuera tomando pintas en los bancos de madera de los pubs)  cuando se nos acercó el guardia para decir que había que marcharse. Al pobre lo vimos yendo de persona en persona en el parque, tendría que estar harto de los que, como nosotras, remoloneamos hasta el final...
 
 
Regresamos al hostal para la cena, y ¡de marcha otra vez! Habíamos estado hablando con un par de muchachas de la habitación (es lo bueno de quedarte en hostales, conoces a gente de todos lugares y algunos muy apañados) pero parecía que no eran del tipo fiestero porque primero, no nos supieron aconsejar acerca de a qué lugares ir y segundo, era sábado por la noche y no salían, así que...
 
Nosotras lo intentamos, pero después de un par de vueltas por la ciudad de noche y no sabiendo en donde quedarnos, volvimos al hostal para tomarnos las cervezas jugando a las cartas, y más tarde al billar, aunque fuéramos pésimas...
 
¡Cuidado con la bola! Saltó más veces fuera del billar de lo que debería...
 
 
 
 
Y aquí acabó nuestro segundo día. Un beso muy grande, os veo en la tercera parte. Que largo de escribir se me está haciendo este viaje...

No hay comentarios: