miércoles, 12 de noviembre de 2014

Edimburgo: el viaje (I)


Dedico mi artículo número cien a mi ciudad del año, y no, por más que resulte raro no es Londres, sino Edimburgo, mi viaje favorito de todos los que he hecho en 2014. Puede que por la compañía, puede que por la ciudad en sí, pero definitivamente esos cuatro días de abril en esta maravillosa ciudad no los olvidaré nunca.

Esta entrada será un poco a modo de diario en lugar de modo-guía-de-viajes: nuestro transporte, el hostal en el que nos alojamos, los lugares que visitamos y la experiencia que vivimos. ¡Allá voy!


Organizando el viaje

La idea de viajar a Edimburgo me llegó a la mente casi tan pronto como pisé pie en Inglaterra, porque Escocia es y será siempre uno de mis favoritos países aunque fuera sólo por los paisajes de las películas y los highlanders de las novelas.

Así que el primer intento de viajar a Edimburgo en Octubre no cuajó, y lo aplacé hasta Abril, aprovechando el fin de semana de Easter que pilla viernes y lunes Bank Holiday. Le conté la idea a mi prima Laura y le encantó.

En principio las únicas viajeras íbamos a ser nosotras, que en vista de que nadie más podía pues mejor solas que mal acompañadas, hasta que otra compañera aupair se nos unió más adelante.

Allá por febrero empecé a buscar vuelos y otras formas de transporte, hasta que topé con el autobús de la compañía National Express cuyo viaje desde la estación de Victoria a Edimburgo duraba 9h y costaba 19 libras. Cogiendo el bus el jueves noche, llegaríamos el viernes por la mañana listas (quizá un poco soñolientas, pero con ganas) para algo de turismo.

La vuelta, encontré unos billetes de tren a muy buen precio comparando con la página web de The train line. Edimburgo - King Cross por 21 libras (yo con descuento railcard sólo pagué 14.50)

El hostel, a través de booking.com. Encontré uno bastante barato en la zona de Leith pero después descubrí que se encontraba algo alejada del centro y por ello siguiendo el consejo de una amiga reservé en Castle Rock Hostel, justo al pie del castillo de Edimburgo, en habitación de 12 camas para chicas por 15 libras la noche.  Nunca había dormido en habitaciones compartidas en hostels o albergues, así que sería todo a la aventura...



Bus hasta Edimburgo

La noche del jueves salí antes de casa para cenar con mi prima en la estación Victoria, de ese modo no tendríamos que correr luego para coger el bus.



Ni que decir tiene que sí que corrimos, porque nos perdimos desde la estación de trenes de Victoria hasta la estación de autobuses de Victoria, a escasos 200 metros.

Pero allí estábamos nosotras, a más de las nueve de la noche cuando el bus salía a las 10, con las maletas y los chaquetones a cuestas pensando que teníamos que estar al menos media hora antes de la departure, corriendo y saltándose los semáforos y encima llamando a la tercera viajera que no aparecía por ningún lado.

Bueno, el caso es que pudimos coger el bus sin tantos inconvenientes salvo por el hecho de que había dos buses en nuestra Gate 15, y los dos ponían Edimburgo pero aparentemente uno tardaba 9h y el otro 12h.



A pesar de que los conductores y ayudantes nos tomaron un poco el pelo, y que cambiamos autobús y perdimos los asientos en la parte de atrás, y tuvimos que separarnos y al final Laura y Leti se quedaron sin beber cerveza, las 9h pasaron como durmiendo. Nunca mejor dicho.



Viernes - Día 1

Edimburgo nos saludaba el viernes a la siete de la mañana con un fantástico día soleado y temperatura agradable. Lo que es más, sus habitantes nos saludaban y nos preguntaban si necesitábamos ayuda. Es increíble que para el corto camino de veinte minutos entre la estación y el hostal y con mi mapa que no había perdida posible, al menos tres personas se nos acercaron a darnos indicaciones sin siquiera pedírselo.

Déjenme decidles que Edimburgo quita el aliento. En más de un sentido. Tantas cuestas y colinas y escaleras y carreteras antiguas de piedras son perfectas para hacer ejercicio, pero no para acarrear tanta maleta...

En el centro-izquierda, la Galería Nacional de Escocia;
en el centro y puntiagudo, el Monumento a Walter Scott.

Una vez en el Hostal, un edificio de piedra negra (como el resto de los edificios de Edimburgo, como veríamos más adelante), pero con encanto medieval en su interior. Una aussie o chica australiana nos atendió al entrar y fue tan amable de hasta colocarnos a las tres en la misma habitación, cuando habíamos reservado y pagado por separado.


Tras dejar nuestras maletas (¡por fin!) en la habitación de las Monedas, bajamos a por el desayuno, consistente en un bol de cereales y un bollo con nocilla/mermelada/mantequilla, y té o café; por sólo 1,50 libras.

Tras coger energías y fuerzas, salimos al exterior. ¡Edimburgo, agárrate que allá van las locas andaluzas!


Nuestra primera  como podéis ver fue Edinburgh Castle, del que hablaré más y mejor en el segundo día cuando hicimos una visita a su interior.

Desde la explanada del castillo (en la que muy antiguamente se solía quemar a las brujas), las vistas de Edimburgo son preciosas, pero lo que más me llamó la atención, siendo fan de Harry Potter como soy, fue George Heriot School, en el que Rowling se basó para crear Hogwarts por su clasificación de cuatro casas.


Vale, sigamos con el recorrido que con tantas cosas bonitas no me puedo creer que me haya detenido en un colegio.

Desde el castillo continuamos por la Royal Mile, nombre que recibe al conjunto de calles unidas (porque en Escocia igual que en Inglaterra una calle larga tiene que tener varios nombres...) de una milla de larga y que termina en el Palacio de Holyrood.

A lo largo de esta calle nos encontramos con millones de creepy closes o estrechos y oscuros callejones; las típicas casas de la ciudad de piedra casi negra debido al hollín (ya podían restregarlas de vez en cuando), y edificios singulares como el Scotch Whisky Heritage Centre, que parecía ser gratis pero creímos que no lo era para serlo al final. Entramos a la shop donde se podía comprar whisky y los precios nos dejaron con los pelos de puta.



Más adelante nos saluda, al son de un gaitero en la plaza, la High Kirk of St Giles, o Catedral de San Giles, el patrón de Edimburgo. El exterior es impresionante, con la gran corona de aguja en lo alto de la catedral, desde la que se ve prácticamente toda la ciudad.

El interior también me gustó (es bastante diferente de esas iglesias anglicanas aburridas que no tienen ni vidrieras), sobre todo por las referencias a personajes escoceses como el memorial a Robert Louis Stevenson y los nombres de los clanes más importantes de Escocia, como Gordon, Graham, o McLeod.

Es la única foto con fuente Wikipedia; había un par de obras a la izquierda
que me impedían hacer buena foto.
 
Tras la catedral nos desviamos un poco de nuestro recorrido de la Royal Mile para llegar a Greyfriars Kirkyard (pronunciado: Grey-fraiars), el cementerio más antiguo de Edimburgo, para visitar a nuestro amigo el perro Bobby.

Dice la leyenda que en 1858 un skye terrier era tan leal a su amo John Gray que a su muerte se negaba a abandonar su tumba. Durante catorce años el pequeño Bobby fue alimentado por los lugareños hasta su propia muerte, y fue enterrado junto a la graveyard.



Dentro del cementerio, además de la tumba del tal John Gray y de otras varias que dieron inspiración a Rowling para personajes como McGonagall, también se encuentra las ruinas de lo que fuera el "Flodden Wall", que se construyó hacia 1550 para detener una posible invasión inglesa tras la derrota escocesa en la batalla de Flodden.

¿Veis al fondo el castillo de Edimburgo?

Nuestro paseo por el cementerio no fue tan tranquilo como se debe esperar en un sitio sacrosanto porque tras ver a un chaval parecido a Carlos Baute fuimos cantando "te envío poemas..." la mayor parte del camino.

Anyway, entre tanta canción y tanta vuelta era la hora del almuerzo por lo que buscamos el Tesco más cercano (como veis, presupuesto al mínimo), y con nuestros sándwiches nos sentamos en los jardínes enfrente de la Galería Nacional a tomar el solecito. Eso es si el Monumento a Walter Scott no nos hacía sombra...


"Walter Scott fue un famoso escritor nacido en Edimburgo. Era profundamente patriota y su escritura toma ese sentimiento nacional escocés..."


Pues los escoceses son patriotas a los patriotas porque ese monumento es el mayor construido en honor a un escritor.

Tiene estilo gótico (aunque lo negro le viene una vez más del paso del tiempo y de la humeante atmósfera de antaño), y mide unos 61 metros de alto y cuenta con 287 escaleras hasta llegar a lo alto.






El solecito nos empujaba a quedarnos para una siesta allá en los jardines, pero con tantas cosas que hacer finalmente levantamos el vuelo.

En lugar de volver a la Royal Mile, continuamos por Waterloo Place desde el Monumento hasta Calton Hill, una de las colinas más turísticas por sus vistas, sus monumentos a Roberts Burns y Nelson, su observatorio, además de la celebración de algunos festivales como el Beltane Fire Festival (el 30 de Abril, nos lo perdimos por un par de semanas)

Dugald Stewart Monument a la derecha. Si tenéis vista de lince (y sabéis donde
mirar) podréis encontrar la corona de aguja de la catedral, la punta del
monumento a Walter Scott y el Castillo de Edimburgo todo al fondo.

Calton Hill es además patrimonio de la Unesco, y no es de extrañar cuando de repente te encuentras con unas columnas en plan Partenón griego (pero a lo cutre, porque se quedaron sin fondos). Es el Scottish National Monument que conmemora los soldados escoceses muertos en las guerras contra Napoleón.


Por cierto, puede parecer fácil eso de sentarse ahí entre las columnas del monumento, pero os lo digo yo que con metro y cincuenta y cuatro y falda y botas, subir hasta ahí fue tan complicado como derrotar al Napoleón. Fijo.

Pero el recorrido no había terminado (aunque a esas alturas mis amigas tenían que estar de mi y mi guía hasta el chichi).

Bajamos de la colina para continuar hasta el Palacio de Holyrood, construido como monasterio en 1128 junto a la abadía agustina. Sirvió de residencia principal a los reyes de Escocia desde el s. XV (cuando las piedras del castillo de Edimburgo quedaron obsoletas...), y actualmente es la residencia oficial de la Reina Isabel II cuando se encuentra en Escocia.


Y como podéis empezar a apreciar en la foto, a la derecha del castillo hay otra colina que forma parte de Holyrood Park, antiguamente finca de caza de la realeza (cuando no, tenían todos los parques confiscados...)

El parque es un conjunto de colinas, cañadas con lagos, y riscos y acantilados a los que no nos podíamos resistir en un día soleado. Nuestro objetivo era el Arthur´s Seat o asiento de Arturo, el punto más alto de Edimburgo  (251m).


Que no te engañe la Wikipedia o cualquier otra guía de viajes que dice "es muy sencillo ascender" hasta el Arthur´s Seat, porque no lo es.

Es cierto que el camino más fácil es ir por el este que no es tan empinado, pero igualmente hay una parte que es todo grava y piedras redondas y un camino estrecho que sólo se puede ir de uno en uno.

Pero nosotras por mala suerte o simplemente por ser nosotras tiramos por el oeste siguiendo al grupo de delante, y acabamos escalando peñones como el de la imagen y perdiéndonos más de una vez porque el camino se cortaba o era demasiado complicado.

No me quiero imaginar si llega a hacer viento o lluvia...



Total entre una cosa y otra llegamos al punto más alto después de una hora larga, muy larga, pero divertida (nos detuvimos un rato a mirar como varios chicos escalaban un acantilado sin camisa...), pero las vistas y el sentimiento de decir "¡lo logramos!" hizo que el duro senderismo mereciera la pena.

 En un sitio como ese entran ganas de gritar "¡soy el dueño del mundo!..."

El descenso por suerte fue mucho más fácil, así que lo hicimos más rápido porque la temperatura estaba bajando; yo personalmente también estaba de piedras y arbustos hasta el mismísimo. Qué agujetas tendríamos el día siguiente...

Por eso, aprovechamos ese día al máximo, y tras una ducha y un cambio de ropa en el hostal, salimos a cenar unas pizzas, y a dar una vuelta por los locales escoceses.

Encontramos un Bar Salsa en la calle Grassmarket, bastante animado y con pintas por sólo 2 libras, así que ahí estuvimos bailando y moviendo el culo hasta las tantas.



Sábado - Día 2.



Sólo el día uno me ha llevado tanto tiempo que voy a haceros un recopilatorio del siguiente artículo: Edimburgo, el viaje (II):

- Entrada al Castillo de Edimburgo: vistas, tours, gaiteros y demás.
- Princess Street Gardens, donde los tulipanes florecen al pie del castillo.
- Bombos y billares al anochecer.

Continuará...
 

2 comentarios:

Laura Garcia dijo...

jajaja Me encanta! y solo hacia leer y recordar la experiencia! Este año tenemos que hacer un viaje asi.
Me lo pasé genial, nos lo pasamos genial y qué melancolía.
Edimburgo... una ciudad de cuento! Enamorada estoy! Nada que ver con Londres en cuanto a gente, nivel económico y ciudad...

Unknown dijo...

@Laura Garcia

Pues sí, hay que pensar próximo destino y empezar a ahorrar :D Si tienen que ser Inglaterra, sugeriría Irlanda...