miércoles, 27 de noviembre de 2013

La Venganza del Parking

En Londres, como creo haber comentado en posteriores entradas sobre transporte, encontrar un sitio donde dejar el coche sin pillar multa ni que te salga un vecino furioso, es difícil: parking privados, calles sólo para residentes, aparcamientos sólo de hasta una o dos horas gratis, etc, etc. Y no hablemos ya de que el aparcamiento es una lucha constante entre tú, el coche, el bordillo, el espacio, y las líneas de la carretera.

Nada más la semana pasada mi familia inglesa obtuvo dos multas por aparcamiento indebido:

- Multa de 90 libras por aparcar en zona de minusválidos en el aeropuerto. Tuve que ir a correos a mandar una carta que la madre escribió a los de las multas diciendo que su coche no era de minusválido pero la persona que había ido a recoger sí.

- Multa de 30 libras por aparcar pisando la línea blanca. La abuela (de visita estos días) cogió mi coche azul que ya de por si es pequeño, pero por lo visto el espacio era reducido y al tener una pared en un lado, tuvo que pisar la línea si quería salir del coche.

Pero la razón de este post no es hablar de las multas de aparcamiento sino de un anécdota que me pasó en un parking privado.

Obviamente, los parking privados están prohibidos, pero mi amiga vive en una comunidad de vecinos de Twickenham y de lunes a viernes, su pareja coge el coche para ir a trabajar, así que me deja aparcar en su espacio.

Un viernes de una semana cualquiera, dejé el coche en un espacio cualquiera de su parking (según mi amiga no hay uno específico para cada vivienda) y nos fuimos a Londres unas tres o cuatro horas. A la vuelta venía contenta porque por una vez regresábamos con media hora de sobra, incluso aunque la madre me había llamado diciendo que ella recogía a los niños ese día.

Me despedí de mi amiga y cogí el coche, notando que se bamboleaba demasiado y hacía un ruido raro. El caso es que aunque nunca me había pasado, cuando el señor del coche detrás mía se bajó, ya sabía lo que había venido a decirme...

Vosotros intentad adivinar:

A. Amortiguadores rotos.
B. Rueda pinchada.
C. Rueda desinflada.
D. Algo peor.
E. Nada.

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El señor me indicó que tenía una flat tire y yo: ´oh, really? thanks´ Cuando dentro estaba gritando: SHIT SHIT SHIT SHIT SHIT.... Di marcha atrás y entré de nuevo en el residencial de mi amiga, y me faltó poco para echarme a llorar cuando vi que la rueda derecha trasera estaba pinchada y/o desinflada. Me da vergüenza pero es que hacía pocas semanas me habían dado otro golpe en el coche (esta vez si paré a pedir papeles y ya han pagado y todo) así que decir que me quería morir era poco.


 

Volví a subir a casa de mi amiga y me acompañó mientras yo llamaba a la familia informando de todo. Ellos llamaron a los de AA (AutoAsistance, teléfono que por cierto me tengo que apuntar) y yo me quedé tomando un té para intentar relajarme, después de haber puesto este cartel en mi coche sólo por si acaso:




A eso de una hora llegó el chaval de AA. Decir que tenía un acentaco barriobajero mezclando las palabras era poco, no sé como llegué a entenderle si hasta el padre de la familia cuando me llamó tuvo que decirle que repitiera lo que decía.

El hombre le echó un vistazo a la rueda y comprobó que no tenía ningún agujero, que sólo estaba desinflada. Le pregunté como podía haberse desinflado y (yo, influida por muchas películas, me temo) hasta si era posible que alguien la hubiera desinflado a propósito. Atención, que me dijo que sí, porque la válvula de la rueda sólo deja escapar el aire cuando la presionas, y no por accidente.

Me quedé k.o.

Después de volverla a inflar, rellenar los papeles con la información y hasta de preguntarme de dónde era, cuánto tiempo llevaba aquí y sí el que había llamado era mi padre o quién (marujón perdido, vaya), nos dejó a mi amiga y a mí echando pestes de los vecinos.

Está claro que a alguien no le gustó que aparcar en el parking privado y se vengó con mi coche. Más mala suerte no puedo tener, está claro. Y no es que yo sea supersticiosa, pero hasta cuando llegué a casa, la madre me dijo que parecía que tenía echado una maldición o un conjuro sobre el coche y sobre mí.

Al menos se lo tomó bastante bien y no hubo nada que lamentar porque ella recogía a los niños. Si la rueda desinflada me llega a pasar a mí en unas de estas ocasiones:

A. En mitad de la autovía.
B. Con los padres fuera o de reunión.
C. Con los niños esperándome en el colegio.
D. Todas juntas a la vez.

Es que yo misma me hubiera despedido y vuelto a España para no tener que conducir más el cochecito inglés de las narices...


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